Mar de espigas, semillas de oro


Vuelo peninsular Barcelona-Valladolid. Una azafata muestra las indicaciones de seguridad, bien... ¡miraré por la ventana!

Es increíble ver Castilla desde el aire. La Meseta. Nuestra Castilla castiza, casposa y profunda. 
Campos azafranados, horizonte cálido de atardecer.
Pequeños cráteres resurgen. Como ese misterio que esconde la tierra y ansía salir al exterior. 

Recuerdo perfectamente la conversación camino a Donosti con Vallejo:
 "Si te fijas bien puedes llegar a ver cómo ondean las olas doradas de los campos de espigas, cómo las azota el viento...".  Brigantia - Mar de espigas 

Hablemos de Castilla, para guardarla en la memoria, la memoria de estas provincias difíciles de asentar: las que tiemblan y siembran en el alma.
Estas tierras que sólo son posibles de sostener con la ilusión de las palabras y con el vaivén de los acordes. 
Semillas de oro, horizonte tintineante del resplandor del sol hibernal.
Hablemos de Castilla...


¡Mira! Desde aquí ya se puede ver el cerro de San Cristóbal.  
El avión planea para aterrizar en Villanubla.


Somos náufragos en un mar de espigas.






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