LA BOMBILLA DE LA INSPIRACIÓN EN EL AULA

Oye, ¿por qué los niños/as no aprenden? Porque no escuchan. Y ¿por qué no escuchan? Porque no atienden. ¿y por qué no atienden? 

Eternos interrogantes que cierran una espiral interminable de dilemas que siempre han estado ahí, y que hoy en día motiva a los docentes y/o pedagogos a cuestionarse nuevas herramientas para una educación más humana, donde el foco resida en el alumno y en los procesos implicados en su aprendizaje, siendo el propio alumno el que lidere el cambio, consiguiendo de esta manera que se sienta parte de grupo, valorado y motivado.



¿Qué podemos hacer como profes para cerciorarnos de que los alumnos están escuchando y por consiguiente, aprendiendo? Siempre ponemos el foco de problema en el alumnado, que si están desconectados, desmotivados, muchos problemas de conducta, conflictos dentro de clase, problemas familiares extrapolados al aula, pero...¿cómo podemos mejorar nosotros como docentes esa situación? A continuación presento 10 pautas que espero que sirvan de inspiración (que no de receta) para aquellos docentes que quieran mejorar la comunicación y la vida en el aula:

1.Desarrollo de la capacidad empática. ¿Aprenderías algo de alguien a quien no conoces o no confías? El mayor reto de un docente es mostrarse cercano y abrirse a sus alumnos al mismo tiempo que se hace respetar. Si mostramos interés en conocer a nuestros alumnos, en saber sobre sus inquietudes y aficiones, y hablarles sobre las nuestras, crearemos una relación empática, de cercanía y confianza. Una propuesta es realizar una pequeña asamblea al comienzo de la clase donde cada uno comparta con el resto alguna anécdota, experiencia, conocimiento significativo para él o ella durante el día o fin de semana pasado.

2.Aprender a callar, aprender a escuchar. ¿Cuántas veces intentamos imponer nuestras ideas en vez de escuchar lo que tratan de decirnos? Probemos un día a dar menos normas o instrucciones sobre el planteamiento de una tarea y observemos desde fuera la creatividad y la imaginación además de las múltiples posibilidades que surgirán de cada uno de ellos. Y todo simplemente con escuchar y dar libertad de actuación. Con esto ¿qué pretendemos? Vean este vídeo basado en el cuento El niño pequeño - Helen Buckley

3.Prudencia con las fuentes distractoras. Algunos estímulos como las pizarras digitales, las presentaciones proyectadas, tablets, etc., pensamos que son facilitadoras de la escucha activa y favorecedoras del aprendizaje mientras que en realidad lo que dificultan son la atención selectiva de cara a un aprendizaje significativo. Por eso para hacer uso de ellas hay que saber elegir bien el momento, conforme con nuestras intervenciones ¿vosotros que pensáis?

4.Importancia de la mirada en la comunicación. Pensemos en la expresión "escuchar con los ojos". A cualquier persona le gusta que le miren cuando le hablan. Lo mismo ocurre en el aula. Tanto cuando hablamos de cara a los alumnos como cuando nos hablan. Manteniendo el contacto visual, fomentamos la capacidad empática y los hacemos sentir partícipes del discurso, valorados y protagonistas dentro de clase.


5.El poder de la pregunta. No debemos utilizar las preguntas solamente como medio para comprobar si estaban atendiendo, si tienen dudas sobre lo explicado o lanzar preguntas donde la respuesta sea: SI/NO. Las preguntas que promueven la reflexión, el diálogo o el debate son aquellas que favorecen el pensamiento crítico y el desarrollo de sus capacidades comunicativas, discursiva  y creativas.

6.Educador como figura integradora. El educador no es una persona externa en el proceso de enseñanza, es una persona más que participa en la vida del aula. Es la encargada de guiar, mediar y orientar a lo largo del proceso educativo.

7.Sentimiento de pertenencia. Sentirnos parte de un grupo, como es una clase, en un contexto educativo, donde pasamos tantas horas, da una identidad y una seguridad. Mientras más seguros nos sintamos, más elevado será nuestro sentimiento comunitario y estaremos más dispuestos a seguir las normas de convivencia. A través de actividades paralelas o transversales a los contenidos podemos fomentar estos valores grupales: cooperación, tolerancia, respeto, responsabilidad. De esta manera es posible que logremos convivir en un mejor ambiente, ya que nadie cuida lo que no valora.

8.Favorecer el proceso antes que el resultado. Vale que la actual ley deja poco margen de actuación ante la evaluación. Pero concedámosle más importancia al proceso de aprendizaje, y a hacer partícipes a los alumnos de esa construcción del mismo. ¡Trasmitamos que aprender aporta placer y satisfacción!

9.Predicar con el ejemplo. Porque los alumnos aprenden a sus profesores, no solamente de sus profesores. Si los profesionales de la educación son ejemplos de ciudadanos honestos, comprometidos, solidarios, tolerantes y sensibles es probable que los alumnos hagan suyas esas concepciones, actitudes y comportamientos. Si pretendemos que desarrollen la escucha activa y después les estamos interrumpiendo, mostrando desinterés e imponiendo siempre nuestras ideas, será trabajo en vano. En cambio, probemos a dedicarle nuestro tiempo, a darles feedback sobre su intervención, "- Entonces si he entendido bien, lo que tu propones es...", y a reseñar y valorar el trabajo o los comportamientos ejemplares. 

10.Cultura de la confianza. ¿Queremos fomentar la participación, el pensamiento crítico, el intercambio de opiniones y la libertad de expresión mientras lo que impera en el aula son intervenciones de docentes de 20, 30, 50 minutos sin parar? Para aumentar la participación primero debemos crear un clima de confianza en el aula donde ningún alumno se sienta prejuzgado por expresar sus pensamientos u opiniones, donde todos tengan un espacio para compartir experiencias con el resto, en definitiva crear una cultura de confianza donde nadie se sienta reprimido por preguntar, intervenir o expresar.  



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